lunes, 5 de septiembre de 2011

"La Guerra del Francés. La marca del traidor" de Amando Lacueva.

Ricardo Cortat:
Escribir sobre lo que lees es difícil. Si lo que lees es historia es complicado. Si es parte de tu historia, es casi imposible.

Hace ya 200 años de la Guerra de Independencia, la Guerra del Francés en Cataluña, y las librerías se han llenado de revisiones y de novelas.

Esta cuenta la historia de una ciudad que no se rindió y que pagó por ello. Cuenta las atrocidades de la guerra y lo que se hace por sobrevivir o por morir con honor. Cuenta las calles, la gente, el ambiente...

Pero es una novela para consumo interior. Le falta ese algo que haga que a alguien de Mozambique, por poner, le interese. A menos que sea un fanático de las novelas de guerra.

El autor se ha documentado, mucho, y lo deja claro en sus descripciones, a veces excesivas, casi siempre necesarias, a menudo cansinas. No para en remilgos. Un despelleje es un despelleje y una puta es una puta. Pero la crueldad con que relata la guerra se convierte en remilgo cuando se atreve, se lo podría haber ahorrado, con el amor que no con el sexo. Lo que para un burdel es grupa y cabalgada y en el amor debería ser pecho/teta y vagina, timoratamente lo convierte en fresa y calidez interior. Lo que dice el refrán: Manolete, si no sabes torear...

Tarragona necesitaba que alguien le contara a la gente lo que ocurrió hace 200 años. Que le pueda interesar a alguien que vive a más de 10 km. ya es otra cosa.

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