miércoles, 11 de noviembre de 2015

Edith Wharton - La piedra de toque



Magda da Silva:
¡Que gusto leer esta novela! Un viejo libro, publicada en 1900. Su autora es Edith Wharton y su novela más conocida es "La edad de la inocencia" que aún no leí. Tiene pocas páginas. Una historia contada en tonos de sentimientos. La trama es simple pero su encanto está en la eterna angustia de la duda al tomar decisiones en la vida, cuando nos pone entre hacer lo correcto o aquello deseamos. Los recovecos de remordimientos y vergüenzas por traicionar a quienes no debimos, de hacer un mal por un bien mayor, la necesidad de justificarnos cuando no nos gustamos y la búsqueda de comprensión que alivie nuestra carga. Me gustó mucho y en buena hora lo leí.

Marisel Barreto: Me encantó La Casa de la alegría de esta autora, no es alegre pero profundo, te hace reflexionar sobre la condición de la mujer, sobre las decisiones que tomas y te marcan. Sobre la debilidad y la valentía. Cambian las épocas pero no los desafíos que todos enfrentamos al vivir

Tomás Eloy Martínez - Santa Evita



Rossana Cabrera:
Lo primero que tengo para decir sobre este libro, es que quizás lo disfruté el doble que aquellos que conocían la historia del cadáver de Evita.
Mi profunda ignorancia sobre el tema hizo que me sorprendiera ese circo de una manera que no esperaba.
Lo segundo que tengo que decir es que es un novelón. De lo mejorcito parido en estas tierras sudamericanas.
Lo tercero, que mi sentido de oportunidad para la lectura cada vez está mejor (:-p ) pues así como sólo debería leerse Ensayo sobre la lucidez de Saramago en años electorales, así también, sólo debería leerse este libro en meses de elecciones argentinas.
Y lo cuarto, que en buena hora, me agarra grandecita esta lectura, para no quedarme sólo en el para dónde el cadáver y acompañado por quien.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Emmanuel Carrère - De vidas ajenas



Santiago Fernandez:
Leí "El Adversario" hace años, y me dejó impactado. Entonces achaqué ese impacto a lo que contaba Carrère. Luego, con posteriores obras suyas ("Limónov" y "El Reino") me fui dando cuenta de que Carrère me gusta también por CÓMO cuenta lo que cuenta, Y es que además de escritor es guionista, y se las compone para que todas sus páginas de todos sus libros (que no pueden llamarse con propiedad "novelas") sean, ante todo, amenas. La amenidad de la precisión verbal, que es algo cada vez más infrecuente.

Aquí cuenta dos historias trágicas: dos muertes más o menos inesperadas y cercanas, y aunque a veces uno llegue a preguntarse el por qué de tanta intimidad de los sujetos entrevistados con el autor, e incluso te recorran escalofríos por la franqueza casi impúdica de las declaraciones de los testigos de esas muertes, la experiencia de su lectura es de todo punto recomendable.

Y se aprenden cosas, como Derecho Comunitario. Y las páginas dedicadas a esta materia resultan tanto o más fascinantes que el resto.