Lidia Gorena:
Terminé una preciosa novela, “El arte de la
resurrección” de Hernán Rivera Letelier, la historia de un cristito que
predica en el desierto del norte de Chile en las década del treinta,
cuarenta del siglo pasado. Narrada de manera clara, sencilla y
entretenida, con personajes tiernos como el profeta librepensador y su
María Madalena (así, sin g), la prostituta generosa y beata. Historia
también de mineros explotados, huelgas
que se negocian con la patronal y el desierto como un personaje
infernal, omnipotente. Vaya como muestra, sólo una de las máximas que el
Cristo de Elqui supo predicar entre sus fieles:
"Buen remedio es para la soberbia del hombre volver la cabeza de vez en cuando y contemplar su propia mierda".
Rossana Cabrera:
Me gustó, pero me gustó porque Rivera me
sedujo antes con otros libros. Este tiene partes que me encantan, con su
mundo absurdo y con la dulzura en los lugares más insospechados, y me
gusta la forma en que ultimamente entiendo el chileno, que es bien
diferente al rioplatense que hablo y al castellano que leo. Pero en su
totalidad como que sí pero no, como que no logré encontrarle la cadencia
que tienen otros ni las ganas de saber que pasa.
Para vida de las salitreras, prefiero con mucho "El fantasista" del mismo autor.
Y fuera del libro en sí, puesto que ganó el premio Alfaguara: es
imposible que si alguno de los jurados había leído algo de Rivera
Letelier no supiera que este libro es suyo. Eso del seudónimo puesto en
el sobre, ja!! La forma de contar de este hombre, es imposible de
confundir.
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